Cuando la fabrica CUVISA funcionaba, eran 5 peluqueros, trabajaban todo el dia, los dias festivos las colas eran comunes.
Pero, la fabrica cerro, se nego a pagarles a los trabaajadores y quedo asi, como un porton enorme de hierro que se oxida, como se oxidaron todos los negocios florecientes alrededor, ya casi todos han cerrado, solo se ve soledad en las calles amargas, miles de hombres fueron despedidos y no se les pago nada, cientas de miles de familias que dependian de ellos colapsaron.
Aqui habia 5 sillas de lujo para peluqueria, se rasuraba barbas, se recortaba bigotes, se hacian peinados a la moda o cortes serios para los señores. Obreros e ingenieros, jefes y subordinados venian aqui.
Era cuando un peluquero era un artista, sus manos volaban sobre las cabezas, usaban tijeras y la maquinita era solo para ciertos arreglos, la cortesia primaba y el silencio era rey.
Ahora solo queda uno, los otros cuatro se fueron retirando, uno a uno. Pese a que la Avenida ya perdio su brillo hace muchos años, pese a que los despidos causaron miseria, el se quedo, solo.
Aun tiene sus clientes, fieles a el, y alguno que otro nuevo, como yo, buscando esa antigua perfeccion, ese pasado vuelo de tijeras sobre la cabeza, esa conversación de salon, esa luz tenue, ese espacio otrora, varonil.
Aqui finaliza, la brocha de gastado mango de madera, la espuma fresca de algun jabon perfumado, el paso previo a que el filo del usado acero limpie el rostro de pelillos, cincele una patilla.
Termina, limpiarlo a uno de los cabellos caidos, pagar, despedirse, me toca a mi.
Unas fotos mas, el posa pies tiene este hermozo trabajo, es de la marca Koken, pero hay mas bellezas.
Koken, hecho en St, Louis, New York, no encontre el año, pero el estilo es claramente Art Noveau, debe tener unos 100 años, pregunte y el señor me dijo que si, tenia mas de 100 años...
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