CALLE DE LARTIGA, UN ACORDEONISTA EN UNA PARED ROJA
(Crónica
de Lima)
04/06/2008
Luis
J. Torres
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CALLE DE LARTIGA, UN ACORDEONISTA EN UNA PARED ROJA.
(Crónica de Lima)
Calle de Lartiga, cuadra cuatro de Camaná, centro de
lima, al lado de la estatua abstracta del universal Cesar Vallejo (como me
revienta el arte abstracto). En una calle larga, Don Jorge, a su espalda una
inmensa pared roja (que es el costado izquierdo de una iglesia de frontis
churrigueresco en piedra), a unas cuadras de la plaza mayor, mejor dicho,
imposible perderse.
Bueno, un dato mas, Camaná es paralela a Jirón de la
Unión, a las primeras cuadras, les doy estos datos por que seria bueno que
conocieran a Don Jorge, es un señor ya de edad venerable, vino de la sierra
hace mucho, le gusta conversar y sabe manejar bien las palabras y las
historias, ahh, si, es un excelente músico.
Lo conocí una mañana calma, con sol, hace un
tiempo, me parece que ya unos buenos años, un verano. El estaba sentado casi en
medio de la avenida, al lado de la iglesia, con su marco rojo a sus espaldas.
Un tango, alegre, melodioso, lo escuche hasta que termino la canción, luego, le
dije lo que me pareció su interpretación, me agradeció, le pregunte por el,
como se toca el acordeón, el me contó otras cosas. Don Jorge es ciego, su
música esta en la calle donde trabaja, con su viejísimo acordeón italiano, con
sus manos hábiles, con sus ojos muertos.
Su música llega a abarcar toda la calle, en los días
suaves de Invierno, de esa brisa que acaricia el rostro, una caricia fría,
húmeda, las notas de un tango o un bolero, de una canción criolla, de una
melodía antigua, suena, alrededor de mi cabeza, de sus manos expertas sale el
sonido, el alegre sonido de la ciudad antigua.
Tengo la costumbre de escuchar a los que no escucha
nadie, es fácil, solo debes tener paciencia y amar al prójimo, por ejemplo,
cuando ves a un músico callejero o cualquier persona que trata de ganar unas
monedas ¿Que sueles hacer?, a ver, podrías darle (Arrojarle) una moneda, seguir
caminando rápido, respirar, y saber que has hecho una buena acción, ¿no es así?
Umm, pues, eso hace la mayoría. ¿Tu sabes lo que estar todo el día en la calle
buscando unas monedas? siendo anciano, ciego, sordo o con cualquier otro
aspecto que nos haga alejarlos de nuestra sociedad perfecta, de imágenes
calcadas de la televisión y el cine extranjero. Es difícil saber lo que se
siente si uno mismo no lo vive, lo se, no sabes lo que se siente estar solo
todo el día, sin que nadie se digne a mantener unas palabras contigo, por eso
solo le das una moneda y sigues de largo creyendote bueno.
Escúchalos, si tu crees que les gusta las limosnas,
estas equivocado, no todas las personas son como uno se imagina. Mi amigo el
músico, por ejemplo, me enseño una lección hace un tiempo, y siempre pienso en
el cuando es necesario.
-Dígame, don Jorge, ¿por que no esta en jirón de la
Unión, donde hay mas personas que le darían dinero por su música, en vez de
acá, en esta calle donde usted prácticamente toca solo?
-¿Por que?, bueno, en Jirón hay mas personas, miles
caminan por allí todos los días, si estuviera en una de esas calles, estaría
mejor, recibiría mas dinero, pero, esas calles son muy ruidosas, las personas
sensibles no podrían escucharme con tranquilidad, y, los demás, caminan muy
rápido, me darían dinero, si, pero lo arrojarían, lo dejarían rápido, sin
verme, no pagarían por la música, por mi música, por la alegría que trato de
darles, me darían un limosna y, eso, no es lo que estoy buscando.
-Ah... tiene razón, aquí, se le escucha muy bien, no
lo voy a negar.
-No solo es eso, yo poseo pocas cosas, sabes, pero,
no me gustaría despojarme de mi dignidad, hasta los hombres mas pobres
merecemos llevarla, merecemos y debemos, ¿no crees?, yo soy músico, deseo que
me paguen por una labor, cuando no sea así, entonces, tristemente, estaré
mendigando.
Es por eso que cuando veo a un músico o
personaje cualquiera, en una calle solitaria, en un puente viejo y sucio,
en un pasaje anticuado, haciendo sonar su instrumento, haciéndolo amorosamente,
tocando una melodía antigua y gastada, me pongo al lado, lo escucho hasta el final,
tranquilo, disfruto esos segundos, le hago saber con un poco de ruido que estoy
a su lado, que tiene un espectador (eso a todo artista callejero le gusta),
cuando termina, le digo lo que siento de su música, le pago por su servicio, a
veces si el tiempo me lo permite conversamos un rato.
He de confesar que soy un pésimo músico y que los
artistas del sonido siempre me han llamado la atención, si un día me ven
sentado en el piso al lado de uno de ellos, en plena calle, que no les llame la
atención, debe ser que he decidido aprender.
Un dato más, cuando, ustedes se ponen al lado de un
artista callejero logran el viejo fenómeno de la curiosidad humana (Si ven a
alguien escuchando pacientemente, mas personas se pondrán alrededor imitándole)
la cual atraerá mas personas que apreciaran el arte y le darán mas dinero al
artista, lo cual es algo justo. Un abrazo, ah, y vallan a visitar a don Jorge,
hasta otra crónica de Lima.
04/06/2008 05:24
Posdata: Don Jorge hace
muchas soles que no le veo, quizás regreso a su tierra como el quería antes de
dormir, y ahora oye el sonido del rio del que me siempre me hablaba, huele las
flores y hojas del campo, saborea las bebidas y comidas de su pueblo y se alegra
con los músicos jóvenes que acompañan las fiestas patronales.
Hasta luego Don Jorge, ya
nos veremos otro día, ahora un violinista con otra historia pero igual calidad
humana hace sonar su instrumento tocando huaynos en esa misma calle, les invito
a oírlo y acompañarlo, buenos días.